“UN CENTAURO EN PRISIÓN”
De niña a mujer
Muchas veces, el ser humano no mide las consecuencias de sus actos, y en la familia Toro Cáceres prevaleció el “Qué dirán” de aquellos que los rodeaban
Wendy Lizeth Casallas Moreno
24 de Agosto, 2007
“Estas son las mañanitas, que cantaba el rey David, a las muchachas bonitas se las cantamos aquí, despierta mi bien, despierta, mira que ya amaneció, ya los pajaritos cantan la luna ya se metió…”
Al mejor estilo llanero, fue este el coro que despertó a Johana a las 7:30 de la mañana, era el día de sus quince años; Ignacio Toro, su padre, armado de un tiple y en el arpa Arnulfo, el administrador de la hacienda, se ubicaron en la puerta de la habitación cantando afinados y llenos de sentimiento, como cualquier llanero lo haría. Johana, o como le dice su padre desde siempre “la nana” se levantó de su cama doble y acolchada, con tendidos de color rosa y morado y con madera de pinos exportados del Brasil y con esa sonrisa en su rostro que nadie había logrado arrebatarle, escuchando a su padre y a “tío nulfo”, como ella le dice; comenzaría el principio de su final. Como todas las mañanas, tomó el único recuerdo físico que tiene de su madre; un retrato con esos ojos oscuros pero brillantes, piel morena y ese cabello lacio que a Johana le quedaría como única herencia de su madre, y en un gesto de inocencia y del más sincero cariño le pide la bendición, pero a excepción de otros días, le pide “que hoy sea inolvidable” y por supuesto, que no la deje sola.
9:45 de la mañana, llegan las manicuristas a la hacienda, las mejores del sector, por supuesto, el peluquero de toda la vida, quien se encargaría de hacer casi toda una obra con su cabello y las maquilladoras, que resaltarían el ángel que Johana llevaba dentro y se toman las últimas medidas de los vestidos que luciría esa noche, Ignacio y Arnulfo, se encargaron de ultimar todos esos detalles que harían de estos “los mejores quince años de todo el llano”, meseros contratados, el banquete listo, las flores arregladas y los invitados confirmados, y la sorpresa que remataría con broche de oro los quince años de su hija; el mejor grupo llanero de toda la región. Toda la tarde, Johana estuvo ansiosa, y en medio de risas, llamadas, fotos y recuerdos comenzó a ponerse nerviosa, porque no sabría todo lo que vendría a partir de ese momento.
8:00 de la noche, es la hora a la que fueron citados los invitados, amigos de Johana, maestros, vecinos, y por supuesto, los amigos más exclusivos de la familia quienes incondicionalmente asistieron a este peculiar banquete de la mejor mamona “mamona” y la más exquisita “carne a la llanera” en medio del gigante jardín ubicado atrás de la casa, solo por esa noche, lleno de velas, comida, meseros, y aromas deliciosos que se mezclaban con ese olor único que tiene el llano.
11 de la noche, en el fondo un arpa, maracas y tiple, dándole el toque llanero a la pieza más tradicional de los quince años; el valls, primero fueron papá y el “tío nulfo”, luego primos, amigos y otros tantos asistentes, quince hombres, cada uno con una rosa roja, y aunque son flores sencillas, “Don Ingnacio”, como se hacía llamar por toda la sociedad, se encargó de que fueran las más finas y costosas.
“Don Ingnacio” preocupado y nervioso, por la demora de su grupo llanero “Los Centauros” le pidió a nulfo que llamara, nulfo angustiado, obedeció la orden del “patrón”, como toda la vida le llamó y la única respuesta que le dieron, fue que en quince minutos “Los Centauros” estaría en la fiesta de quince años de Johana, en el jardín de la hacienda.
25 de Agosto, 2007 12:30 de la madrugada…
“Donde está el aplauso para la cumpleañera” Pregunta el vocalista de la agrupación. Los asistentes aplauden, Johana, se ubica en frente de todos ellos, no sólo por sentirse bonita e importante, si no porque son sus quince años.
“En tu cumpleaños hoy vengo a felicitarte, como no puedo regalarte, pero le pido a mi Dios, que el próximo año pueda venir a cantarte y de corazón gritarte mi gran felicitación.
Cantan los gallos en mi llano, palpitan, porque vienen a anunciarte que vendrá un tiempo mejor…”
Los invitados, por supuesto, alegres con “Los Centauros” en casa, piden una canción tras otra, y en medio del festejo y la alegría uno de ellos se hace dueño del micrófono y se acerca a cantarle a Johana… “Que lindo rostro que tiene usted señorita esa mirada deslumbra sorprende incita a besar su boca linda cumpleañera que dios la bendiga…” Y ella en ese joven se fijó.
Los invitados, se despidieron y se fueron marchando uno a uno, y este “Centauro”, con una rosa de las mismas del valls y un papel arrugado pero limpio, se dirigió hacia Johana, nerviosa y con el corazón en la mano, una rosa y el teléfono del “Centauro” recibió.
13 de Octubre, 2007
A escondidas de su padre y con la complicidad de nadie, Johana y Pablo, “el centauro” comenzaron un romance, que iría creciendo sin medida, los testigos de su amor no eran más que los rincones más recónditos del llano, los ríos más solitarios y las haciendas más viejas y abandonadas.
19 de Diciembre, 2007
En vísperas de navidad Ignacio y “el tío nulfo” harían un viaje, para traer de la capital a su abuela y a su tía, se marcharían en horas de la madrugada, y la casa, no quedaba en otras manos que fueran las de Johana, ella sin dudarlo un solo instante, le contó a “su centauro” que en la hacienda se quedaría sola y sin nadie, y él feliz, sin malas intenciones, se ofreció a hacerle compañía.
9:00 de la noche, Juan, su “centauro” llegaba por fin de haber trabajado, y con un ramo de rosas, aunque no de las más finas, esa noche, su cuerpo y su alma conquistó, y en la misma cama, doble y de pinos brasileños y tendidos color rosa, sin más testigos que el retrato de su madre, ese amor se consumó.
24 de Febrero, 2008
El año nuevo pasado por mareos, vómitos y caras pálidas, Johana se dio cuenta que algo en su vientre crecía, ese día con la prueba de embarazo, que al igual que su romance consiguió a escondidas, pudo confirmar que en su interior, nacía un “centaurito”, fruto de su gran amor.
El padre preocupado, notando tantos cambios en su mujercita, sin rodeos, y valiente, como un hombre digno de su llano, le preguntó a “la nana”…
¿Quién te embarazó?
Ella, pasando saliva, le respondió:
“el hombre que amo aquel cantante de folklor mi gran amor”
Furioso y confundido, Don Ignacio contestó:
“Yo no permito que traigas un hijo, que va a decir la alta sociedad si no te has casado”
“Don Ignacio”, en medio de afanes y con la desaprobación del “tío nulfo” obligó a Johana a desistir de la idea de ser mamá, y antes de que su vientre se extendiera, y que la sociedad se diera cuenta, “Don Ignacio” decidió que sería mejor abortar.
28 de Febrero, 2008
“Don Ingnacio” y “tío nulfo” esperan noticias en la sala de urgencias, el aborto se había complicado y tuvieron que llevar a Johana a un hospital.
Con el rostro seco y frío, sale el médico, se acerca a los dos hombres, y afirmándoles que no se pudo hacer nada para salvarla, les dio el sentido pésame.
15 de Marzo, 2008
Luego de falsas demandas por parte de “Don Ingnacio”, culpando del planeamiento del aborto a Juan, y luego de que el dinero estuviera a su favor, el juez encontró culpable a “centauro”, sin pruebas y sin argumentos, un centauro se fue a la cárcel.
28 de Abril, 2009
La hacienda de los Toro, ya no ha vuelto a ser la misma, le falta esa risa de “la nana”, paseando y corriendo por esa llanura verde, montando sus caballos y jugando con sus perros, “Don Ignacio se encuentra frente a la tumba de Johana, sepultada al lado de los restos de su madre, triste y adolorido, les pide perdón a las dos, le habla muy suave a la tumba de su esposa, como si Johana le pudiese escuchar, “No fue mi intención, pero ahora no vas a estar sola”, le dice con lágrimas en los ojos y el corazón en moronas, luego se acerca a la tumba de su “nana” y le dice: “Si todo el dinero que tengo, me pudiera regresarlas, lo daría todo para que se queden junto a mí”.
Mientras Juan, “El Centauro”, se lamenta en su celda, fría y solitaria de haber conquistado a aquella hermosa quinceañera, con el cargo de conciencia de no haber podido hacer nada por ella, porque según él, “ni su padre ni el dinero jamás se lo permitió”.
martes, 13 de abril de 2010
lunes, 12 de abril de 2010
SE COMPRA HIERRO, CHATARRA, BATERIA
Una vida entre zorras
Guillermo Buitrago, “el churrito del barrio” ya se acostumbró a vivir de la basura
Wendy Lizeth Casallas Moreno
Con unos 32 años de vida, joven, de estatura media, piel trigueña, ojos oscuros, de contextura delgada, músculos envidiables (fruto de su actividad diaria), unas manos rudas, grandes y un tanto sucias que reflejan la dureza de su empleo, y una sonrisa, que descarta a simple vista el oficio de este personaje y a la que le debe su apodo de “el churrito del barrio”; nos encontramos con Guillermo Buitrago, un habitante más de “La Colombianita”, como ellos le llaman, un sector ubicado en la Carrera 30 con Calle 19, en plena zona industrial de Bogotá, paradójicamente una zona donde abunda el dinero, donde el lujo y las marcas valen más que la misma dignidad del ser humano.
En el centro de esta pequeña ciudad de capitalismo y consumismo, de un modo particular e invisible a los demás, se instaló un sector bastante particular, donde se encuentran caballos, niños descalzos entre montones de cartones, latas y papel, habitantes de la calle y esa figura, que es frecuente en cada sector similar; la de mujeres que por alguna razón, continúan multiplicando esta sociedad; mujeres en embarazo, que terminan por dejar a sus hijos por herencia “la cultura del reciclaje”, aunque cuando no se tiene otra opción de sustento de vida, y los valores con los que esta población creció les impide robar y hacerse amigos de lo ajeno, “la cultura del reciclaje” deja de ser cultura, y se convierte en su única escapatoria y en su propio estilo de vida.
“La Colombianita”, al mejor estilo de un barrio común y corriente de la ciudad, tiene su propia Junta de Acción Comunal, el líder de esta asociación; “el churrito”, el principal objetivo de esta pequeña Junta es velar por el trabajo de estos zorreros quienes cada noche, compitiendo contra el camión de la basura, unos con su caballo, otros sin él, buscan plástico, cartón, hojas, y cualquier elemento que les sirva para llevar “lo del diario” a cada una de sus casas, generalmente numerosas, como la de Guillermo, padre de cinco niños y responsable además por Yaneth, su esposa y “Putín”, su caballo.
Muy pocos hogares, dentro de este sector, luego de haber luchado colectivamente con las empresas de servicios públicos de la capital, cuentan con agua y luz, como la casa del “churrito”, quien todas las mañanas sabe que se bañará con agua caliente, otros hogares, son felices con el agua, la luz, la estufa de cuatro puestos y el cilindro de gas, no necesitan de internet, e inclusive de celular, no necesitan vestir ARMI ni ABRIL, NIKE ni ADIDAS, las circunstancias, afortunadamente los hace vivir felices con lo que tienen.
“Residuos Ecoeficiencia S.A”, el nuevo negocio de los Uribe, tiene realmente preocupados a los recicladores de la ciudad, les están robando el empleo, como si a Jerónimo y Tomás, no les hubiese bastado con jerarquizar las artesanías colombianas, también quisieron entonces, enriquecerse con la fuente de ingresos de más de 70 mil familias de recicladores que realmente podemos categorizar de “bajos recursos”; siguen robando a los pobres, solo que de maneras distintas.
“Imagínese si alguien le niega la basura al hijo del presidente” Nora Padilla, líder de la Asociación de Recicladores de Bogotá, y es que como “el churrito del barrio”, existen millones de familias que tienen que competir contra “Ecoeficiencia”, quienes por cierto, tienen sus grandes clientes en industrias multiplicadoras del capitalismo como Coca-cola, Bavaria, Postobon, entre otras, son 70 mil familias que no han encontrado el modo de competir contra los consentidos de Uribe, y es que quién se le mide a eso, no les bastó con anhelar el monopolio del país, también quisieron monopolizar los residuos.
Mientras tanto, Guillermo, su esposa y sus vecinos, luchan por un futuro mejor para todos esos niños que están creciendo entre papel y latas, luchando contra el monopolio del mundo al que la sociedad los mandó, y el mundo al que ellos aceptaron ir, con resignación pero orgullosos, con amor y sin asco, un mundo hecho de hierro, chatarra, batería y papel, donde los caminos los hacen los caballos y sus carreteros.
Una vida entre zorras
Guillermo Buitrago, “el churrito del barrio” ya se acostumbró a vivir de la basura
Wendy Lizeth Casallas Moreno
Con unos 32 años de vida, joven, de estatura media, piel trigueña, ojos oscuros, de contextura delgada, músculos envidiables (fruto de su actividad diaria), unas manos rudas, grandes y un tanto sucias que reflejan la dureza de su empleo, y una sonrisa, que descarta a simple vista el oficio de este personaje y a la que le debe su apodo de “el churrito del barrio”; nos encontramos con Guillermo Buitrago, un habitante más de “La Colombianita”, como ellos le llaman, un sector ubicado en la Carrera 30 con Calle 19, en plena zona industrial de Bogotá, paradójicamente una zona donde abunda el dinero, donde el lujo y las marcas valen más que la misma dignidad del ser humano.
En el centro de esta pequeña ciudad de capitalismo y consumismo, de un modo particular e invisible a los demás, se instaló un sector bastante particular, donde se encuentran caballos, niños descalzos entre montones de cartones, latas y papel, habitantes de la calle y esa figura, que es frecuente en cada sector similar; la de mujeres que por alguna razón, continúan multiplicando esta sociedad; mujeres en embarazo, que terminan por dejar a sus hijos por herencia “la cultura del reciclaje”, aunque cuando no se tiene otra opción de sustento de vida, y los valores con los que esta población creció les impide robar y hacerse amigos de lo ajeno, “la cultura del reciclaje” deja de ser cultura, y se convierte en su única escapatoria y en su propio estilo de vida.
“La Colombianita”, al mejor estilo de un barrio común y corriente de la ciudad, tiene su propia Junta de Acción Comunal, el líder de esta asociación; “el churrito”, el principal objetivo de esta pequeña Junta es velar por el trabajo de estos zorreros quienes cada noche, compitiendo contra el camión de la basura, unos con su caballo, otros sin él, buscan plástico, cartón, hojas, y cualquier elemento que les sirva para llevar “lo del diario” a cada una de sus casas, generalmente numerosas, como la de Guillermo, padre de cinco niños y responsable además por Yaneth, su esposa y “Putín”, su caballo.
Muy pocos hogares, dentro de este sector, luego de haber luchado colectivamente con las empresas de servicios públicos de la capital, cuentan con agua y luz, como la casa del “churrito”, quien todas las mañanas sabe que se bañará con agua caliente, otros hogares, son felices con el agua, la luz, la estufa de cuatro puestos y el cilindro de gas, no necesitan de internet, e inclusive de celular, no necesitan vestir ARMI ni ABRIL, NIKE ni ADIDAS, las circunstancias, afortunadamente los hace vivir felices con lo que tienen.
“Residuos Ecoeficiencia S.A”, el nuevo negocio de los Uribe, tiene realmente preocupados a los recicladores de la ciudad, les están robando el empleo, como si a Jerónimo y Tomás, no les hubiese bastado con jerarquizar las artesanías colombianas, también quisieron entonces, enriquecerse con la fuente de ingresos de más de 70 mil familias de recicladores que realmente podemos categorizar de “bajos recursos”; siguen robando a los pobres, solo que de maneras distintas.
“Imagínese si alguien le niega la basura al hijo del presidente” Nora Padilla, líder de la Asociación de Recicladores de Bogotá, y es que como “el churrito del barrio”, existen millones de familias que tienen que competir contra “Ecoeficiencia”, quienes por cierto, tienen sus grandes clientes en industrias multiplicadoras del capitalismo como Coca-cola, Bavaria, Postobon, entre otras, son 70 mil familias que no han encontrado el modo de competir contra los consentidos de Uribe, y es que quién se le mide a eso, no les bastó con anhelar el monopolio del país, también quisieron monopolizar los residuos.
Mientras tanto, Guillermo, su esposa y sus vecinos, luchan por un futuro mejor para todos esos niños que están creciendo entre papel y latas, luchando contra el monopolio del mundo al que la sociedad los mandó, y el mundo al que ellos aceptaron ir, con resignación pero orgullosos, con amor y sin asco, un mundo hecho de hierro, chatarra, batería y papel, donde los caminos los hacen los caballos y sus carreteros.
domingo, 11 de abril de 2010
martes, 6 de abril de 2010
El viacrucis
Una semana santa con mucho olor a pescado
Cuando no hay muchas cosas por hacer, no queda más remedio que quedarse en casa, con un leve olor a mar
Por: Wendy Lizeth Casallas Moreno
Se llegó el último viernes de clase antes de iniciar la semana, y algo me decía que se aproximaban 7 días fríos y aburridores, en la casa, buscando qué hacer junto con mi hermano para no quedarnos encerrados y no tener que ayudarle a mi mamá.
Mi novio saldría de viaje a trabajar y regresaría hasta el domingo, mis amigas se encontraban trabajando, con sus novios o sencillamente con una pereza absoluta que no les permitía salir, así mi receso de Semana Santa se convertiría en un completo viacrucis.
Lunes de Semana Santa. No soy muy fanática del pescado, la verdad no pruebo bocado desde los 6 años, cuando saqué los pescados congelados y sazonados de la nevera, y en un intento inocente de auxilio, con la complicidad eterna de mi hermano, los coloqué encima del lavadero y con el envase de lava loza, que reemplazó toda la vida en mi casa, los recipientes para coger agua, les echaba el agua encima…una, dos, y hasta tres veces, la sazón de mama, bajaba por el lavadero, y sin ver resultados , mi hermano fue más razonable y supuso que no funcionaría.
Al siguiente día mamá prepararía el almuerzo, y con ese olor peculiar a comida de mar, yo estaba de duelo por aquellos pescados, sirvió el plato caliente y fresco, y yo lo dejé enfriar, desde ese día entonces, no volví a comer un solo pez ni frito, ni en salsa, ni como sea, realmente la Semana Santa se convierte en algo torturador con ese olor a mar en la casa, y con mi intento de rescate fallido a cuestas, me repugna ese olor a pescado, cada semana santa, siempre en el mes de abril.
Martes de Semana Santa. De toda la semana, fue tal vez lo más emocionante de todo, cumplía seis meses con mi novio, es realmente bueno, hace mucho tiempo, no estaba tan estable con alguien, llamadas en la mañana, en la tarde, en la noche, casi en la madrugada, era la única forma de recompensar, tal vez, que estábamos un poco lejos.
Miércoles y jueves de Semana Santa. Nada fuera de lo común, llamadas de mi novio, recogí unas boletas para el festival de teatro, que por razones que aún no entiendo, no usé, ni pude compartir con nadie, porque mi compañía incondicional, mi hermano, ni mis padres, no son muy amantes del teatro.
Viernes santo. El teléfono timbró a las 7 de la mañana, era mi tío preferido, ese tío que lo consiente a uno desde muy pequeño, que no se olvida de los cumpleaños, y siempre le deja a uno unos diez mil o 15 mil pesitos, llamó para avisar que iba a llegar a la casa, con mi prima, que les tuviéramos almuerzo, además porque es fanático de los almuerzos que prepara mi mamá. La mañana se pasó eterna, a las 11 de la mañana comenzaría ese torturador olor a pescado, y a eso de las 3 de la tarde, por fin llegaría mi tío, haciendo bromas, revisando mi cuaderno de la universidad, preguntando cómo iba todo, me retiré de la mesa mientras almorzaban y luego los acompañé a la iglesia, para eso de “orar un ratico”.
Se llegarían las 8 de la noche, y mi tío tendría que partir, nuevamente me abordaría el aburrimiento, y ansiosa porque se llegara el domingo, solo me quedaba "encomendarle eso al señor", y pedirle que me dejara resucitar, porque tanto aburrimiento, me tenía muerta.
Una semana santa con mucho olor a pescado
Cuando no hay muchas cosas por hacer, no queda más remedio que quedarse en casa, con un leve olor a mar
Por: Wendy Lizeth Casallas Moreno
Se llegó el último viernes de clase antes de iniciar la semana, y algo me decía que se aproximaban 7 días fríos y aburridores, en la casa, buscando qué hacer junto con mi hermano para no quedarnos encerrados y no tener que ayudarle a mi mamá.
Mi novio saldría de viaje a trabajar y regresaría hasta el domingo, mis amigas se encontraban trabajando, con sus novios o sencillamente con una pereza absoluta que no les permitía salir, así mi receso de Semana Santa se convertiría en un completo viacrucis.
Lunes de Semana Santa. No soy muy fanática del pescado, la verdad no pruebo bocado desde los 6 años, cuando saqué los pescados congelados y sazonados de la nevera, y en un intento inocente de auxilio, con la complicidad eterna de mi hermano, los coloqué encima del lavadero y con el envase de lava loza, que reemplazó toda la vida en mi casa, los recipientes para coger agua, les echaba el agua encima…una, dos, y hasta tres veces, la sazón de mama, bajaba por el lavadero, y sin ver resultados , mi hermano fue más razonable y supuso que no funcionaría.
Al siguiente día mamá prepararía el almuerzo, y con ese olor peculiar a comida de mar, yo estaba de duelo por aquellos pescados, sirvió el plato caliente y fresco, y yo lo dejé enfriar, desde ese día entonces, no volví a comer un solo pez ni frito, ni en salsa, ni como sea, realmente la Semana Santa se convierte en algo torturador con ese olor a mar en la casa, y con mi intento de rescate fallido a cuestas, me repugna ese olor a pescado, cada semana santa, siempre en el mes de abril.
Martes de Semana Santa. De toda la semana, fue tal vez lo más emocionante de todo, cumplía seis meses con mi novio, es realmente bueno, hace mucho tiempo, no estaba tan estable con alguien, llamadas en la mañana, en la tarde, en la noche, casi en la madrugada, era la única forma de recompensar, tal vez, que estábamos un poco lejos.
Miércoles y jueves de Semana Santa. Nada fuera de lo común, llamadas de mi novio, recogí unas boletas para el festival de teatro, que por razones que aún no entiendo, no usé, ni pude compartir con nadie, porque mi compañía incondicional, mi hermano, ni mis padres, no son muy amantes del teatro.
Viernes santo. El teléfono timbró a las 7 de la mañana, era mi tío preferido, ese tío que lo consiente a uno desde muy pequeño, que no se olvida de los cumpleaños, y siempre le deja a uno unos diez mil o 15 mil pesitos, llamó para avisar que iba a llegar a la casa, con mi prima, que les tuviéramos almuerzo, además porque es fanático de los almuerzos que prepara mi mamá. La mañana se pasó eterna, a las 11 de la mañana comenzaría ese torturador olor a pescado, y a eso de las 3 de la tarde, por fin llegaría mi tío, haciendo bromas, revisando mi cuaderno de la universidad, preguntando cómo iba todo, me retiré de la mesa mientras almorzaban y luego los acompañé a la iglesia, para eso de “orar un ratico”.
Se llegarían las 8 de la noche, y mi tío tendría que partir, nuevamente me abordaría el aburrimiento, y ansiosa porque se llegara el domingo, solo me quedaba "encomendarle eso al señor", y pedirle que me dejara resucitar, porque tanto aburrimiento, me tenía muerta.
sábado, 3 de abril de 2010
EL TEATRO CALLEJERO SE TOMA SU PARTE
Tan solo con una camiseta del festival, estos personajes hicieron de las suyas
Wendy Lizeth Casallas Moreno
Un día antes de la clausura del festival, los bogotanos gozan de las últimas presentaciones del Festival, estos tres personajes, cuenteros por vocación se tomaron la plaza Simón Bolívar, y corriendo a las palomas del lugar que normalmente es de ellas, escucharon a estos jóvenes, quienes con sus "cuentos cortos" lograron ganarse los aplausos de quienes los veían, además de que se quedaran unos diez minutos bajo una lluvia de gruesas gotas, que luego, se haría más intensa.
LOS MAS PEQUEÑOS TAMBIÉN RECUERDAN A FANNY
De peluca y con el disfraz puesto, los niños se unen al festival
Wendy Lizeth Casallas Moreno
En medio de un desfile lleno de payasos, hadas, carrozas y hasta animales gigantes, esta niña llamaba la atención del público asistente, bailando y posando para la foto cautivaba a los espectadores del festival, y aunque no era dueña de ninguna comparsa, ella sabía a lo que iba; hacerle recordar a la ciudad, que el alma de Fanny, por estas fechas, será más recordada que nunca.
Wendy Lizeth Casallas Moreno
En medio de un desfile lleno de payasos, hadas, carrozas y hasta animales gigantes, esta niña llamaba la atención del público asistente, bailando y posando para la foto cautivaba a los espectadores del festival, y aunque no era dueña de ninguna comparsa, ella sabía a lo que iba; hacerle recordar a la ciudad, que el alma de Fanny, por estas fechas, será más recordada que nunca.
BOGOTÁ SE VISTE DE FANNY
Peluca, un ping-pong, y el corazón en la mano
Wendy Lizeth Casallas Moreno
El sábado 20 de marzo, miles de bogotanos decidieron salir a las calles a aplaudir la herencia que la dueña de las tablas, Fanny Mikey le dejó a la ciudad. Serán 17 días en los que el público capitalino disfrutará del Festival Iberoamericano de Teatro, que contará con grupos nacionales e internacionales de teatro callejero, cuenteros, teatro infantil, stand up comedy, conciertos y muchos eventos más para toda la familia. La programación de la semana se encuentra en la página oficial del Festival Iberoamericano de Teatro, www.festivaldeteatro.com.co.
Wendy Lizeth Casallas Moreno
El sábado 20 de marzo, miles de bogotanos decidieron salir a las calles a aplaudir la herencia que la dueña de las tablas, Fanny Mikey le dejó a la ciudad. Serán 17 días en los que el público capitalino disfrutará del Festival Iberoamericano de Teatro, que contará con grupos nacionales e internacionales de teatro callejero, cuenteros, teatro infantil, stand up comedy, conciertos y muchos eventos más para toda la familia. La programación de la semana se encuentra en la página oficial del Festival Iberoamericano de Teatro, www.festivaldeteatro.com.co.
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